Apuntes para y hacia un balance político-estructural del Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Filosofía

sábado, 18 de octubre de 2008

(La Plata - Agosto de 2006)




Sin duda, el arma de la crítica no puede
reemplazar a la crítica de las armas,
y la fuerza material debe ser
derrocada por una fuerza material
—Karl Marx.




PRIMERA PARTE:
«EL SECRETO DEL ACADEMICISMO ES LA POLÍTICA»



Supuesto: la sociedad en su conjunto produce todos los saberes habidos y por haber. La academia1 es una institución social que realiza, básicamente, cuatro operaciones en relación a ese saber socialmente producido:


  1. Separa esos saberes socialmente producidos de la sociedad que los produce. Esta separación se realiza mediante el recurso a la división entre «conocimiento científico» y conocimiento que no es científico.


  2. La academia concentra el conocimiento científico en una elite intelectual formada por aquellos miembros de la sociedad que pueden, por encontrarse en condiciones materiales propicias, acceder a los estudios «superiores».


  3. La academia se apropia del conocimiento científico, individualizando la acumulación simbólica mediante el registro personal (que podríamos reducir a la simple firma): desde un libro financiado por la fundación equis, hasta la libreta de cualquier estudiante, pasando por una Tesis de Licenciatura, etc.


  4. La academia logra su legitimación social mostrándose como la única instancia de producción de conocimiento validado. Validado... ¡por ella misma!


Separación, concentración, apropiación y autolegitimación, son operaciones fundacionales del sistema académico. Pero si estas operaciones se proyectan, digamos, desde el sistema académico hacia el resto de la sociedad, tales operaciones se introyectan también al interior del sistema académico: separación, concentración, apropiación y legitimación de las disciplinas-carreras específicas, que se alejan cada vez más del todo académico (ni hablar de la distancia generada en relación al todo social); separación, concentración, apropiación y legitimación de las cátedras-materias, que permanecen indiferentes a la creciente incoherencia entre las partes y el todo2 ; separación, concentración, apropiación y legitimación de los claustros-estamentos. La universidad, por fin, impera de cara a la sociedad como la institución en la que se produce «El Saber Científico» de la sociedad, ocultando el hecho de que todas/os somos productores y creadores de ese saber3.



EL PROBLEMA DE LA ESTRUCTURA DE CÁTEDRA


En primer lugar, la estructura de cátedra es un tipo de organización del conocimiento doblemente jerarquizada. Jerarquizada según cargo: Titular, Asociado, Adjunto, JTP, Ayudante de 1º y 2º, Adscripto. Y jerarquizada según las llamadas «dedicaciones»: exclusiva, semi-exclusiva, simple y ad honorem. En la combinación de estas dos series jerárquicas se obtiene la remuneración salarial (que puede ser igual a cero) de cada docente.

En segundo lugar, la estructura de cátedra expresa un tipo de relación de poder basada en la reducción del conocimiento a los estrechos márgenes del saber considerado «académico» o «científico», es decir, a un tipo de saber pasible de ser traducido en currículum (cargos, títulos, posgrados, congresos, experiencia docente, publicaciones –con o sin referato–, becas, proyectos de investigación, maestrías, etc.). Esta restringida concepción acerca del conocimiento es el fundamento del poder/saber descendente que preside todas las instancias universitarias, tanto las de gobierno como las de cursada: el poder/saber, concentrado en una cúspide –de autoridad política, de remuneración salarial y de prestigio académico–, se ejerce sobre una extensa base constituida por nosotras/os estudiantes, quienes somos consideradas/os «desposeídos» de ese poder/saber. Esta lógica explica y justifica, por ejemplo, que los programas de las materias sean redactados de cabo a rabo por miembros del claustro de profesores. Docentes auxiliares y estudiantes no podemos hacer más que someternos a esos programas o, a lo sumo, señalar posibles modificaciones a programas ya confeccionados.

En tercer lugar, cada cátedra es defendida por sus integrantes como un espacio aislado del conjunto, entendiendo la «libertad de cátedra» como independencia del conjunto de la producción social. En virtud de esta «libertad liberal» sustentada en el supuesto de que primero está el individuo y después la sociedad, los acuerdos ideológicos (programáticos, políticos) y las redes clientelares (que buscan satisfacer intereses inmediatos) agrupan a los miembros de las cátedras en «camarillas». Las camarillas configuran los mecanismos de control sobre nombramientos, rentas, concursos, investigaciones, becas, posgrados, publicaciones en todos los niveles, etc. En otras palabras, el régimen de camarillas controla los aspectos fundamentales de la «carrera académica». Aspectos que funcionan, en su lógica, como moneda de cambio que permite la acumulación de poder, el canje de favores y el tejido de alianzas.

Claro que la repartija de estos valores de cambio –capital simbólico, recursos materiales y poder político– no comienza en las cátedras: termina en las cátedras. La «torta» de símbolos, dinero y poder empieza a repartirse, siempre, en los órganos de gobierno de la universidad.



EL PROBLEMA DEL GOBIERNO UNIVERSITARIO


La división entre «los pocos» propietarios del saber/poder y «los muchos» desposeídos de él, es un mosaico de la división sobre la que se sostiene todo el sistema capitalista: división del Trabajo en trabajo intelectual y trabajo manual, o entre los que dicen y los que hacen, o entre los que saben y los que producen, o entre los que deliberan y los que ejecutan, o entre los que explican y los que comprenden, o entre los que hablan y los que escuchan, o entre los que deciden y los que acatan, o entre los superiores y los inferiores. Esta concepción del mundo, que asume la división manual/intelectual, es la que sustenta el voto calificado: a mayor saber acreditado, mayor representación política. Es decir, la división manual/intelectual provee un fundamento filosófico para una práctica política que no puede menos que terminar en tecnocracia: «que gobiernen los que saben».

En este sentido, el sistema de gobierno de la Universidad de Buenos Aires demuestra que la academia es la política por otros medios: la división por claustros es esencialmente antidemocrática.


    a. Profesores son quienes alcanzaron el cargo de Titular o Asociado: la «clase nobiliaria» que ostenta «título» de propiedad: propiedad de cátedra, propiedad de proyectos de investigación, propiedad de decisión política, propiedad, en fin, de saber/poder.
    b. Graduados son, en la práctica, el resto de los cargos docentes: el conjunto de JTP's y ayudantes de primera y de segunda que soportan el trabajo más pesado, desde el seguimiento tutelar hasta la corrección de parciales, desarrollando así una tarea análoga a la de una «casta clerical» que custodia y garantiza –pastoralmente– que en la Tierra se cumpla el orden del Cielo.
    c. Estudiantes somos la mayoritaria masa restante: remedo del «tercer estado», atado a la tierra del Señor, desposeído de saber/poder, y a merced de los peajes y demás arbitrariedades feudales.

La analogía entre la estructura que separa los claustros y escalafones, y la organización pre-moderna de la sociedad europea, no termina ahí. El saber acumulado y acreditado se traduce proporcionalmente en poder de decisión instituido. Traducción que desconoce el imaginario liberal moderno de la política burguesa, expresado en la ecuación un ser humano = un voto: en el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, 8 (ocho) profesores representan a unos 200 (doscientos) profesores, mientras que 4 (cuatro) estudiantes representan a más de 11.000 (once mil).


EL PROBLEMA DEL AULA

Esta forma de organización del saber en disciplinas-carreras, cátedras-materias y claustros-estamentos, se efectiviza cotidianamente en el aula, en la «forma-clase». La forma-clase es conocida por todas/os nosotras/os (desde los niveles iniciales de la educación formal). Consiste, básicamente, en un teatro con dos roles: un rol singular (docente) que ostenta el monopolio del saber y la legitimación de la palabra, y un rol plural (estudiantes) que escucha y almacena la mayor cantidad de datos que le sea posible. La forma-clase separa a los estudiantes de su capacidad de producir, colocando el comando de la producción fuera del alcance de los productores. ¿Qué caracteriza la producción académica típica? La escritura individual, el abordaje de problemas predeterminados (no elegidos por quienes escriben), la evaluación exterior y también individual de lo escrito, y –lo que para nosotras/os es la médula del problema– el silenciamiento de la mediación política constitutiva del pensamiento. Detengámonos en esto último.

La forma-clase separa el trabajo con conocimientos de su dimensión política, esto es, del hecho de que el trabajo bajo la forma-clase está organizado de un modo específico. Un modo que legitima, como vimos más arriba, una forma de gobierno específica. Con lo cual nos hallamos, en el corazón de la academia (el aula), frente a una paradoja inherente al sistema académico: la organización del conocimiento instituye una organización política, sin embargo, en el aula, el conocimiento aparece como neutral y aséptico, ajeno a su intrínseca politicidad. La forma-clase nos separa a las/os estudiantes de nuestra capacidad de discusión y participación política, proponiéndonos trabajar como si la producción de conocimiento no fuera una producción políticamente situada y regida. De este modo, el principio de la autonomía universitaria (que dictamina que el gobierno que ocupa el poder del estado no puede inmiscuirse en las decisiones que se toman al interior de la universidad) supone que las decisiones que se toman en la universidad son meramente académicas y que, por lo tanto, no existe ninguna mediación política en sus mecanismos.

Sin embargo, según venimos exponiendo, la misma forma en que se organiza la universidad (proyectándose hacia el resto de la sociedad e introyectándose hacia su interior) es desde ya una forma de organización política, estatal, capitalista, de la producción de conocimiento, basada en la representación y en la jerarquización del poder/saber. La representación implica la delegación de nuestro poder en unos representantes que toman decisiones en función de sus propios intereses o los del grupo al que pertenecen. La jerarquización del conocimiento supone una participación diferencial, no igualitaria, en los espacios de decisión y producción. La representación y la jerarquización separan a los sujetos de su capacidad de decisión y de discusión políticas, es decir, nos separa de nuestra capacidad de gobernar nuestras propias vidas.



SEGUNDA PARTE:
«EL SECRETO DEL GREMIALISMO ES LA POLÍTICA»



EL PROBLEMA DE LAS TENDENCIAS MANIFIESTAS EN EL ENCUENTRO

Existen dos tendencias estructurales. Una tendencia en la que predominan actividades propias de un tipo de política académico-gremial y una tendencia en la que predominan actividades propias de un tipo de política autónoma. No hay tendencias puras. Hablamos de mezclas «en las que predominan» actividades relativas a un tipo de política por sobre actividades relativas al otro tipo.

El Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Filosofía realizado en La Plata durante el 2006 puso de manifiesto, según entendemos, que la tendencia gremial y la tendencia autónoma convergen en la forma de organización política: horizontalidad y democracia directa. Pero ambas tendencias divergen en el contenido de sus políticas: academicismo y estatalismo en un caso, antagonismo (a la academia y al estado) en el otro. Esta divergencia se explica, quizá, por la relación establecida por cada tendencia entre la forma de organización y el contenido de sus políticas: mientras que la tendencia gremial sostiene la diferencia entre la forma horizontal y democrática de la organización y el contenido vertical y anti-democrático de lo académico-estatal, la tendencia a la autoorganización promueve la coincidencia entre la forma de organización y el contenido de su política.

Para mejor entender esta sintética caracterización del Encuentro en particular, desarrollaremos qué significan para nosotros la tendencia académico-gremial y la tendencia autónoma en el contexto más amplio de la política universitaria (desde una perspectiva situada en la UBA), sin perder de vista proyecciones emancipatorias que, necesariamente, deben trascender la esfera de la educación superior hacia la sociedad en su conjunto.


LA TENDENCIA ACADÉMICO-GREMIAL

La tendencia académico-gremial orienta sus luchas en relación a reivindicaciones que apuntan a mejorar nuestras condiciones de vida en la normalidad académica: lucha por el reconocimiento simbólico (currículum, títulos, referato, avales institucionales para las actividades autoorganizadas, etc.), lucha por igualdad de oportunidades (becas de apuntes, becas de estímulo, boleto estudiantil, etc.), lucha de apoyo por el salario docente, lucha por horarios que contemplen a las/os estudiantes que trabajamos, etc. Estas luchas transitan siempre por los canales institucionales legalmente establecidos: representación en los órganos universitarios de gobierno, paro de actividades, marchas callejeras, clases públicas, piquetes al tránsito vehicular. En suma, luchas en las que se le exige al estado una distribución equitativa del capital simbólico y material acumulado.

La potencia de esta política reside no sólo en el logro de beneficios corporativos palpables, sino también en que logra imponer a las instituciones dominantes (cuya lógica social es verticalista y alienante) reivindicaciones que suponen formas de organización colectiva basadas en la búsqueda del bien común y, hasta cierto punto, en la auto-determinación. Por ejemplo, cuando un centro de estudiantes logra mediante la movilización y la lucha mejoras en las condiciones de cursada, impone a la racionalidad dominante (que es ajena a los deseos de los sujetos) efectos de otro modo de organización social basado en la organización colectiva de la vida colectiva. Un gremio puede imponer fragmentariamente a las verticales instituciones estatales y empresariales contenidos extraídos de su propia forma de organización social, que puede ser horizontal y democrática. En este sentido, y a pesar de su permanente cooptación por el estado durante el siglo XX, los gremios son en algún sentido capaces de prefigurar el cambio social.

La tendencia gremial, sin embargo, manifiesta una limitación radical en tanto que no cuestiona la disposición de los roles sociales establecidos: cada docente puede ganar más, cada estudiante tener horarios convenientes, el co-gobierno puede aumentar la representación estudiantil, cada título puede valer simbólicamente «lo que corresponde»... pero el docente sigue siendo el que toma los exámenes, el estudiante sigue siendo el que no toma decisiones académicas, las decisiones políticas siguen en manos de los representantes, los títulos siguen asumiendo la separación entre la universidad y la sociedad... En síntesis: el gremialismo define los intereses de los sujetos según los roles que ocupan en el proceso social, sin detenerse a cuestionar la estructura que dispone esos roles. Puede imponer a las instituciones vigentes reivindicaciones y acciones que éstas, según su propia lógica, no pueden generar, y ese es su contenido emancipatorio, pero esas reivindicaciones y acciones están dadas por la disposición de roles establecida, y éste es el límite central de ese contenido.

Esta limitación en torno al cuestionamiento de la estructura de roles no implica que la organización gremial sea de suyo políticamente inconducente o normalizadora. Una práctica que no cuestione la disposición de roles sociales vigente puede de todos modos abrir procesos políticamente fecundos en otros niveles, como dijimos arriba. También puede conservarse el cuestionamiento de las estructuras sociales normales en otros contextos y mediante otras prácticas no gremiales pero que no excluyen inmediatamente a éstas. Pero que se encare el gremialismo sin conciencia de sus límites y posibilidades, que se lo entienda y practique como única o principal forma de organización, coarta de raíz toda posible política emancipatoria. La unilateralidad de esta concepción de la acción política se manifiesta en la dificultad para pensar políticamente ciertos aspectos de la vida académica: el examen, la división por claustro, la estructura de cátedra, el sistema de acreditación, la nula injerencia social en las decisiones acerca de lo que se investiga en la universidad, etc.


LA TENDENCIA AUTÓNOMA

Por su parte, la tendencia a la autoorganización es una manera de hacer política que no se referencia en el estado y, por ende, no se referencia en sus canales de protesta y negociación. La igualdad no es aquí una meta a lograr gradualmente, sino un principio de acción a partir del cual se extraen consecuencias prácticas. La organización autónoma supone en su interior la igualdad como principio, no como fin. La autogestión no busca en principio presionar a las instituciones con reclamos que prometen una dinámica social diversa, sino generar los dispositivos políticos locales donde esa otra dinámica pueda actualizarse. Los talleres de autoformación, los grupos de estudio y las publicaciones autogestionadas son ejemplos de este tipo de trabajo militante. No se trata de exigir al estado o a la universidad mejores condiciones para la vida institucional normal, sino de intentar practicar directamente otro tipo de relaciones sociales, basado en la horizontalidad y la autonomía en la toma de decisiones y en el auto-control colectivo de las actividades realizadas y los recursos que estas actividades demanden.

Este modo de obrar es capaz de cuestionar la asignación de roles hegemónica. Por ejemplo, puede poner a quienes son institucionalmente estudiantes y docentes en un plano de igualdad. Permite también la práctica inmediata de la autoorganización en la escritura y publicación de materiales. Pero esto no significa confundir autonomía con autismo, o confundir inmanencia con inmediatez. Significa poner en acto, no en promesas o avisos, una práctica que en su fundamento exprese la unidad originaria del trabajo manual y el trabajo intelectual, de la práctica y la teoría, de la materia y la idea. Significa además la autocrítica permanente al propio modo de organización: no la crítica teórica, no las armas de la crítica, sino la crítica práctica, la crítica de las armas. La mejor autocrítica es la que logra poner en acto, insistimos, formas de organizar la vida fundadas en la unidad de aquello que el estado y el capital separan.

Sin embargo, y al igual que toda otra práctica que intente poner de manifiesto las contradicciones inmanentes a la sociedad capitalista, la tendencia a la autogestión está permanentemente expuesta a regenerar, en su seno, aquéllo que intenta cuestionar. Poner en acto otro modo de hacer las cosas sin referenciarlo al estado puede llevar al aislamiento frente a la normalidad institucional. Esto produce a menudo incapacidad para concebir las mediaciones sociales más generales inmanentes a cada práctica concreta, llevándonos a perder noción del carácter político de esas prácticas (que radica en su interioridad en el todo social en tanto éste es transformable). Si bien la autonomía no es de suyo «autismo», porque no se basa en la creencia errada en la existencia de las propias prácticas como algo absoluto o independiente del todo social en que se insertan, tiende a producir ese autismo entre quienes la sostienen. La autoorganización permite, entonces, gran radicalidad al efectivizar el cuestionamiento local a la disposición de roles establecida, pero está expuesta a olvidar los fundamentos sociales de ese cuestionamiento. Así, un grupo de autoformación puede cuestionar y hasta superar la división tajante entre docentes y estudiantes característica de la pedagogía opresora, pero opera, no obstante, en el seno de la sociedad que produce las condiciones de posibilidad y la lógica social de esa pedagogía. Esas condiciones sociales generales no son exteriores o indiferentes a las prácticas autogestivas que puedan realizarse, por dos razones. Primero, porque los sujetos de las instituciones normales y los que intentan su alteración son los mismos: nadie hace abstracción de su formación en la sociedad burguesa por ingresar en un dispositivo político local que le es antagónico, sino que conserva esa formación previa en contradicción creciente con la nueva subjetivación que comienza a desarrollar. Segundo, porque aún esos dispositivos políticos locales suponen objetivamente la existencia del resto del proceso social que asegura su posibilidad material (una simple reunión en la universidad pública supone la existencia del estado que financie esa universidad, el mate que tomamos durante esa reunión supone la existencia del conjunto de las relaciones sociales de producción capitalista, etc.). Estos supuestos estructurales constitutivos de toda práctica social son a menudo olvidados u ocultados por los dispositivos autogestivos, permaneciendo incuestionada la reproducción de la sociabilidad hegemónica.


DESARROLLAR LAS CONTRADICCIONES

La contradicción explicitada entre estas dos formas de relacionarnos con la normalidad institucional no puede superarse mientras la sociedad burguesa y su universidad sigan existiendo. Una mayor inserción en la normalidad académica lleva al gremialismo, a menudo imposibilitado para cuestionar las relaciones sociales en cuyo seno opera, capaz a lo sumo de insertar en ellas consignas y demandas que suponen otra racionalidad colectiva. Un mayor distanciamiento frente a los tiempos y órdenes de la normalidad, como el de las prácticas autónomas, permite avanzar en la radicalidad de los planteos políticos y superar el horizonte estrecho de la negociación de ventajas corporativas. Empero, generalmente, lo hace al costo de la indiferencia hacia la continuidad de la institucionalidad vigente y la consecuente pérdida de la perspectiva de la generalidad social sobre la cual la autonomía procede.

No hay criterios apriorísticos para elegir entre una u otra forma de proceder. La contradicción entre estas formas de intervenir en las instituciones es deudora de una contradicción de orden superior: la contradicción entre la normalidad social y su transformación ya dada en esa normalidad. Caminar hacia el cambio social no es sino desarrollar y habitar su prefiguración contradictoria en el seno de lo existente. En otras palabras, de lo que se trata es de habitar los poros del tejido social en los que se respira otro modo de hacer las cosas. Luego, toda estrategia de cambio que se adopte está expuesta a la regeneración de lo que se pretende transformar —puesto que siempre se parte de ello y se está en ello—, y siempre es posible, mientras esas estrategias existan, vislumbrar la transformación radical de la sociedad.




Enero de 2007
Colectivo de estudiantes de filosofía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

amartillazos2500@yahoo.com.ar


      1 Nombramos «academia» al circuito universitario de producción, registro y distribución de valores simbólicos (traducibles, como sabemos con P. Burdieu, en recursos materiales). Pero si cambiamos la palabra «academia» por la palabra «estado» o por la palabra «capital», obtendremos resultados similares, si no idénticos.
      2 La presentación de cátedras como «paralelas» también nos está diciendo algo sobre cómo se produce conocimiento al interior de las disciplinas académicas. No hay debate de ideas en la universidad, o al menos no es accesible para el conjunto. Ante una divergencia teórico-política se coloca el paradigma divergente en el carril de al lado, paralelizando y eludiendo así un debate en torno a las concepciones divergentes. Se parcela el conocimiento y se cancela el diálogo entre los distintos minifundios, que permanecen enfrentados como las marcas de un mismo producto en las góndolas del supermercado. Para complementar la crítica al sistema de cátedras como forma de organización del conocimiento convidamos a la lectura del artículo «Cómo se construye un ayudante de cátedra», publicado por la Comisión de Filosofía en el cuadernillo Bitácora de viaje (UBA, 2003; se puede bajar de http: germinalweb.iespana.es).
      3 Nos referimos al general intellect de Karl Marx, ese «conocimiento o knowledge social general convertido en fuerza productiva inmediata» (Grundrisse, México, Siglo XXI, 2002, Vol. II, pp. 230 [594]).

      Comentario al Plan de estudio de la carrera de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires

      Generalidades:


      Ciclo Básico Común (CBC):

      A cualquier carrera de la UBA se ingresa habiendo aprobado el CBC. En todas las carreras, con una o dos excepciones, el CBC consta de seis materias cuatrimestrales fijas, que se espera que uno las apruebe en un año, aunque eso no sucede siempre.

      Hay dos materias que son comunes a todas las carreras: Introducción al Pensamiento Científico (IPC) e Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado (ICSE). Luego hay una o dos materias propias del área disciplinar de la que se trate, y el resto son particulares de la carrera.

      En el caso de la carrera de Filosofía, a IPC e ICSE se agrega como materia del CBC Filosofía y, para completar las 6 uno debe elegir 3 materias entre: Antropología, Derecho, Ciencia Política, Psicología, Matemática, Algebra, Análisis matemático, Física, Química, Biología, Economía, Sociología y Semiología. Es la única carrera de la UBA que tiene este régimen de 3 materias a elección en el CBC. Tiene ventajas como que uno puede armarse un CBC que coincida con otra carrera que le interese, o que si uno viene de otra carrera, sólo tenga que cursar Filosofía.

      Por supuesto, el CBC es un filtro: la amplia mayoría de los que se inscriben en él no lo terminan, con lo cual quedan afuera de la Universidad. Quienes lo crearon y lo defienden se ocupan de que en cada carrera haya al menos una materia particularmente “filtro”.


      Correlatividades:

      La carrera de Filosofía no tiene años y solo tiene pocas correlatividades. Las únicas son que para cursar las materias de las orientaciones hay que tener aprobadas las respectivas al área que estén en el tronco común. Por ejemplo, se debe tener aprobada Filosofía Antigua para cursar Problemas de Filosofía Antigua, Metafísica para cursar Problemas Especiales de Metafísica, y así...

      Este sistema tiene la gran ventaja de que no se traba la carrera por no haber rendido un final. Además, nuestra carrera cuenta con cierta población que la hace por el puro “placer” de estar en contacto con el saber filosófico, pero que no espera recibirse. A ellos este sistema les permite cursar sólo lo que les interesa, sin tener que estar atados a otras materias.


      Regularización, promoción y acreditación

      Para regularizar una materia, es decir, para estar en condiciones de rendir el examen final, es necesario superar el 4 (cuatro) en los parciales. En el caso de las materias con final obligatorio, es decir, las no promocionables, una vez regularizadas debe rendirse el examen final oral durante los siguientes cuatro años para acreditarla. En el caso de las materias de promoción directa, pueden regularizarse para rendir el final, o promocionarse con más de 7 de promedio, lo cual evita la instancia final.


      Sistema teóricos/prácticos:

      Hay tres tipos de clases posibles para las materias: Teóricas (T), Prácticas (P), y Teórico-prácticas (TP). En las materias con final obligatorio hay 4 horas de T no obligatorias y 2 de P obligatorias (excepto Lógica que tiene 4 hs. de P). Las materias con promoción directa tienen 2 hs. T, 2 TP, y 2 P, todas obligatorias.

      Las clases teóricas de cada materia se dictan una vez por semana (por ejemplo, los miércoles de 19 a 23 se dicta Filosofía Antigua), mientras que para los prácticos hay opciones horarias y de profesores (por ejemplo, uno puede anotarse en el P de Fulano que es los martes de 9 a 11, o en el de Mengano, que es lo jueves de 15 a 17 o en el de Sultano, que es los viernes de 19 a 21).

      Se supone que en las clases teóricas el titular y/o algún otro miembro de la cátedra hablan acerca de cuestiones generales de los autores, su contexto, sus comentaristas, etc., y en los prácticos se trabajan con otros profesores los textos de los filósofos a estudiar.

      En general, hay poca diferencia real entre los tres tipos de clases. Casi siempre es un docente exponiendo y alguna que otra pregunta de los estudiantes. Igual hay casos en los que los teóricos son más dinámicos, así como casos en los que en el práctico hay un trabajo más participativo sobre los textos.



      Oferta horaria:

      La facultad está quedando realmente chica para la cantidad de estudiantes que tiene. Y hay poca oferta horaria. Un teórico promedio de Filosofía puede tener 150 alumnos, y lo que es mucho peor, un práctico puede tener un promedio de 40, con lo cual se hace imposible el trabajo sobre los textos y la participación real, lo que induce a que los P se conviertan en mini teóricos.

      Las dificultades aumentan porque la mayoría de las materias no se dictan todos los cuatrimestres, e incluso puede pasar que algunas no se dicten en todo un año.

      Además, a medida que uno va avanzando en la carrera le sucede que hay materias que tienen una sola opción de P. Por ejemplo, Lógica Superior, tiene un único práctico de 15 a 17 los miércoles, lo cual imposibilitaba a cualquiera que trabaja en horario normal aprobar la materia (porque para todas las materias son obligatorias las clases prácticas). En términos generales es una carrera anti-obrera.



      Exámenes y régimen de promoción:

      Buena parte de las materias son con final obligatorio, lo cual implica que uno debe cursar obligatoriamente las clases prácticas (casi siempre de 2 horas) y optativamente las teóricas (de 4 horas), rendir dos parciales escritos (que pueden ser presenciales o no, según la cátedra) y luego el final (oral). Las materias vencen a los 4 años de haberla cursado, ese es el tiempo máximo para rendir el final una vez aprobados los parciales con más de 4. Otras materias son de promoción directa (con 7 de promedio), con lo cual las 6 horas (2 de T, 2 de TP y 2 de P) son obligatorias, y en general a los dos parciales se agrega otro examen, que puede ser una monografía, o un coloquio, o presentar un tema, según la cátedra.

      Vale la pena destacar que en ninguna instancia hay exámenes en grupo, siempre son individuales.



      Cupos y obligaciones varias:

      La facultad de Filosofía y Letras es una de las pocas de la UBA en la que uno se anota en las materias que quiere y las cursa sin cupos (en el resto de las facultades uno se anota en las que quiere, y luego te asignan cuáles de esas te “autorizan” a cursar). Además, no tenemos la obligación (también a diferencia de otras facultades) de aprobar ninguna cantidad de materias en ningún plazo para mantener la regularidad (en otras facultades debe aprobarse, por ejemplo, una materia por año para conservar la regularidad).



      Materias optativas y Seminarios:

      Nuestra carrera cuenta con:


      1. Un bloque de 3 optativas en el tronco común, a elección entre: Griego I y II - Latín I y II (ambas del Dpto. de Lenguas Clásicas) - Gramática Española - Lingüística - Teoría y Análisis Literario (del Dpto. de Letras) - Historia de la Teoría Antropológica - Antropología Sistemática I - Teoría Sociológica (del Dpto. de Ciencias Antropológicas) - Historia Social General - Historia de los Sistemas Políticos - Historia de los Sistemas Económicos - Historia de la Colonización y la Descolonización de Asia y Africa - Historia Social de la Ciencia y la Técnica (del Dpto. de Historia) - Introducción a las Ciencias de la Información (del Dpto. de Bibliotecología) - Fundamentos de Filosofía.


      Ahora el departamento de Filosofía está pensando en arremeter contra esto y poner optativas de su departamento.


      1. Otro bloque de materias a elección en la orientación que son 6: hasta 3 pueden ser de cualquier carrera de cualquier facultad de la UBA, siempre que no sen más de dos facultades. Esto es así en lo formal, pero en los hechos, que se reconozca una materia cursada en otra facultad es un trámite administrativo y político tan grande, que casi se diría que no está permitido. Y al menos 3 de aquellas 6 deben ser seminarios de la carrera.


      Cada cuatrimestre hay una oferta de seminarios. Se ofertan varios cursos dictados por profesores de la carrera (aunque a veces puede aparecer alguno de otra carrera) acerca de algún tema específico (por ejemplo "Conceptos mentales y la teoría de la mente", o “La Idea de Justicia en La República de Platón”, y cosas así). Tiene 4 horas de cursada semanales obligatorias que se dictan en una sola ocasión cada semana. Tienen una nota a la mitad del cuatrimestre, que los docentes ponen como quieren (en general con la presentación de un tema o un texto por parte del alumno al seminario), y la segunda nota es la de una monografía sobre algún tema del programa, monografía que se entrega al final de la cursada. Para estar habilitado a cursar seminarios deben haberse aprobado al menos cinco materias de la carrera.


      Cátedras paralelas o cátedras desdobladas

      En casi todas las materias hay más de una cátedra. Esto no significa que haya cátedras paralelas. Casi siempre las cátedras se desdoblan en dos, y tienen programas similares y perspectivas filosóficas, ideológicas y políticas similares. Con lo cual quedan afuera enfoques grandes enteros. En definitiva, casi no hay cátedras paralelas.



      Orientaciones:

      Nuestra carrera cuenta con un sistema de orientaciones de 4 materias específicas cada una y 6 optativas. Se supone que se puede, además, armar una orientación “propia”, mezclando materias de varias orientaciones y de otras carreras. Por ejemplo, si a uno le interesaba la Educación, podía armarse la orientación proponiendo cursar Filosofía de la educación (del departamento de educación), Problemas especiales de ética (dpto. de Filosofía), Psicología General (del dpto. de Antropología), y Educación I (dpto. de Educación). Se presenta una nota justificando la propuesta, y en Consejo Directivo deber aprobarlo o rechazarlo. La realidad es que es muy difícil que aprueben recorridos alternativos a los propuestos por el departamento.



      Idiomas:

      Además de Latín y Griego, que son optativas para todos y obligatorios para quienes siguen la orientación en Filosofía Clásica, deben aprobarse tres niveles (de un cuatrimestre de 4 horas semanales de cursada cada nivel) de un idioma latino (portugués, italiano o francés) y tres de un idioma sajón (alemán o inglés). Todo lo que se dicta es lecto-comprensión, de un nivel muy bajo. En convivencia con esto, nuestra facultad cuenta con un Laboratorio de Idiomas arancelado. Allí sí se aprende bien, pero cuesta carísima la cuota. Y eso le genera recursos propios a la facultad que les resultan indispensables. De hecho se fomenta que, si se quiere aprender idioma, se vaya al Laboratorio. Con lo cual, de hecho, el aprendizaje de idiomas en la Universidad pública está prácticamente arancelado.



      Ausencias:

      Algunas de las grandes ausencias de nuestra carrera son:


      1. Autores:


        1. Hegel: se toca a veces en Filosofía Política.

        2. Nietzsche: se lo ve si se cursa con la profesora Cragnolini. Pero se puede pasar la carrera sin escuchar siquiera nombrarlo.

        3. Foucault: ídem Nietzsche.

        4. Marx: No es considerado filósofo, sino sociólogo, o economista, o historiador, o empleado de comercio antes que filósofo.

        5. Kierkegaard: sólo leído en seminarios de la prof. Patricia Dip.


      2. Perspectivas filosóficas:


        1. Según el área, hay determinadas ausencias. Por ejemplo, en lógica y epistemología la ausente es la perspectiva continental o latina, digamos. También la historiografía externalista.


      3. Historia:


        1. Hay materias históricas: de la filosofía antigua, de la filosofía medieval, etc. Pero no hay ninguna materia ni ningún espacio para la Historia, en dónde se sepa qué pasaba a su alrededor cuándo los filósofos escribieron. Uno puede, como optativa, cursar materias de la carrera de Historia, pero no hay esos espacios en nuestra carrera (excepto en Filosofía Medieval).

        2. No se historiza ni el pensamiento filosófico, ni la propia carrera. Las perspectivas aparecen como burbujas sin condicionamientos ni consecuencias prácticas. Nunca se discuten las implicancias contemporáneas de los pensamientos que se estudian. Y se presenta a la carrera como la filosofía en sí, sin ninguna referencia a cómo fue recortado su contenido y su práctica, a los criterios que la guían ,etc.


      4. Filosofía del S. XIX:


        1. Moderna termina en Kant y Contemporánea empieza en Gadamer. Ninguna referencia al siglo XIX.


      5. Filosofía contemporánea:


        1. La materia con ese nombre termina en Sartre... Parece que nada pasó después.


      6. La práctica filosófica:


        1. En general, no se fomenta el pensamiento filosófico, sino que se aprenden autores, y uno piensa comentarios a los autores, o a lo sumo relaciona autores, y allí escribe algo. Pero siempre bien atado a la letra de algún gran filósofo.

        2. Lo que sí se fomenta es cierta manera de “hacer filosofía” que consiste en escribir papers y comentarios, práctica que domina los estándares académicos en nuestra facultad.


      7. No se fomenta el pensamiento colectivo. Se explica lo que fue la Academia platónica, pero no se dialoga. O a lo sumo se dialoga en clase, pero a la hora de producir, siempre se hace individualmente.


      Títulos de Grado

      Los títulos de grado de la carrera de Filosofía son dos:


      1. Profesorado en Filosofía: Para el cual es necesario cursar y acreditar tres materias más a las requeridas por el tronco común y el ciclo de orientación. Estas materias son: Didáctica general (anual), dictada por la carrera de Ciencias de la Educación; Psicología general (cuatrimestral), dictada por una cátedra de la carrera de Ciencias Antropológicas -cuyo programa básicamente gira en torno a S. Freud y C. Castoriadis- y también por una cátedra de Ciencias de la Educación; y Didáctica Especial y Prácticas de la enseñanza en Filosofía (anual), dictada por una cátedra propia de la carrera de Filosofía, y que consta de dos instancias cuatrimestrales: por un lado, la cursada regular; por otro, las prácticas docentes a realizarse en algún instituto (sea secundario, sea terciario) convenido por la UBA.


      1. Licenciatura: Para adquirir la licenciatura es necesario acreditar una tesis de investigación, además de tener acreditados tanto el tronco común como el ciclo de orientación.


      Aquí habría que hacer varias observaciones. En primer lugar, existe un gran vacío entre la cursada en sí misma y el trabajo de la tesis. Si bien existe para esto un obligatorio sistema de tutelajes de Tesis (esto es, la tesis tiene que estar dirigida por un director de tesis que el estudiante tendrá que elegir, sea éste un profesor de la carrera de Filosofía o de otras carreras, previo visto bueno por el Departamento de Filosofía), la formación deja mucho que desear en relación a este tipo de instancia. En general, la carrera no forma para la producción. Esto se hace evidente en el tipo de acreditación que rige de manera dominante en la carrera: examen final, que básicamente se trata de una instancia de control de lectura; se trata de una instancia altamente improductiva y focalizada en una supuesta sistematización de los contenidos trabajados en cada cursada. La producción de monografías brilla mayoritariamente por su ausencia; y ni hablemos de un tipo de producción escrita como ser el famosamente bastardeado ensayo filosófico. En fin, no existe una articulación entre la carrera y el trabajo de investigación que implica la Tesis. A esto habría que añadir que la Tesis es un tipo de producción basado estrictamente en la lógica de investigación propia de la academia. Las Tesis suelen elaborarse en torno a un autor y, más precisamente aún, sobre algún tópico específico de algún autor en particular. En el plan de estudios oficial se afirma que la Tesis debe ser un trabajo de investigación “original” y que sea un aporte a la producción intelectual académica. Por supuesto, la escritura se ciñe a los requerimientos que una escritura académica exige.


      Comentarios específicos

      En lo que sigue, se comenta brevemente cada materia de la carrera.


      Lógica

      Está “catalogada” como materia para ingresantes, con lo cual para muchos funciona de “presentadora” de la carrera, y genera decepción con ella. Si bien (casi) no hay correlatividades en nuestro plan de estudio, se recomienda aprobarla antes de cursar Filosofía de la Ciencia.

      Hay dos cátedras: Alberto Moretti y Gladys Palau. La de A. M. está orientada a lógica matemática, con una visión logicista, digamos “fregeana” (aunque Frege no se ve, casi). Se trabaja en base a los libros de Copi, Gamut y Hunter (Metalógica), aunque en el programa se citan más textos. Se trabaja la lógica como ciencia formal, y no como disciplina filosófica. La cátedra de Palau es bastante similar, solo que se hace alguna que otra introducción a la lógica aristotélica (cosa que no sucede en la primera) y no se ve metalógica. Además, suele ser un poco más sencilla y es posible aprobarla trabajando sólo el libro de Gamut.

      Ambas cátedras son con final obligatorio, aunque en el caso de Moretti, si se aprueba con nota mayor a 7 en los parciales, pueden no tomar el final.



      Filosofía de la Ciencia

      Es una materia del comienzo de la carrera, luego de haber cursado lógica. El principal defecto que tiene es que no hay ningún puente con cuestiones de teoría del conocimiento ni con las condiciones en las cuales se construye y se impone la ciencia como saber legitimado. La ciencia aparece como algo ya dado.

      Hay dos cátedras: María Cristina González (ex Klimovsky) y Rodolfo Gaeta (ex Shuster). La de M.C.G. sigue con la línea de Klimovsky: sistemas axiomáticos, epistemología de la matemática y luego de las ciencias naturales. No tocan casi temas de epistemología de las Cs. Sociales. La visión es bien sajona, nada de autores continentales. La segunda cátedra es igualita, sólo que toca temas de epistemología de las ciencias sociales, pero con la misma perspectiva.


      Historia de la Filosofía Antigua

      Es considerada una materia inicial de la carrera, por lo que muchos estudiantes la hacen en su primer cuatrimestre de cursada. Tiene dos cátedras (a cargo de las prof. G. Marcos y M.I. Santa Cruz), en las que los contenidos curriculares, la metodología de cursada e incluso los profesores son prácticamente iguales. El dictado de los contenidos se divide en dos: primero se pasa revista a algunos presocráticos (por ejemplo: Heráclito, Parménides o Gorgias), y luego se estudian Platón y Aristóteles. Estos dos últimos filósofos tienen una centralidad casi excluyente en ambas cátedras: el estudio de los presocráticos se hace en referencia a sus debates con Platón y Aristóteles y muchas veces se los lee de la manera en que éstos los leyeron; en los prácticos se lee un diálogo de Platón y alguna selección de Aristóteles; y en el examen final por lo general se evalúa el conocimiento del alumno sólo sobre estos dos filósofos. Además, si bien se reconoce que la “filosofía antigua” llegaría hasta los siglos IV o V d.c., luego de Aristóteles no se estudia ninguna corriente de pensamiento (como por ejemplo los epicúreos, escépticos o estoicos) que sólo son nombradas casi al pasar.

      El régimen de evaluación consiste en dos exámenes presenciales, a los que se agrega un pequeño trabajo práctico hacia el final de la cursada y el examen final. La modalidad de trabajo no difiere de la que impera en la carrera: falta contextualización histórica, y no se apunta más allá de hacer una presentación general de los sistemas filosóficos de Platón y Aristóteles, en la que no hay mucho lugar para interpretaciones de los estudiantes que difieran de la interpretación “plausible” que sobre los autores sostienen estas cátedras.

      Historia de la Filosofía Medieval

      Esta materia, más allá de la inexistencia de correlatividades, también suele ser de las primeras materias que los estudiantes eligen cursar. En este caso también hay dos cátedras (a cargo de los prof. S. Magnavacca y Bertelloni), que en grandes rasgos no difieren demasiado.

      El régimen de evaluación también consiste en dos exámenes presenciales, a los que se agrega un pequeño trabajo práctico hacia el final de la cursada y el examen final. A diferencia de las otras “Historias de la filosofía…” de la carrera en esta materia se ve un poco de enfoque histórico, (que consiste en las lecturas de La Edad Media de J. L. Romero, Los intelectuales en la Edad Media de Le Goff, y la Introducción a La filosofía medieval de Alain de Libera). El programa (en al menos una de las cátedras) arranca con la patrística griega y algo de neoplatonismo y sigue con Agustín de Hipona, Boecio, Anselmo d’Aosta, Pedro Abelardo, Averroes, Maimónides y Tomás de Aquino para terminar con Nicolás de Cusa.

      Casi no se trabaja con bibliografía secundaria y muy poco con fuentes primarias, siendo central la lectura de las desgrabaciones de las clases teóricas, al igual que ocurre en una gran parte de la carrera.

      Historia de la filosofía moderna

      Actualmente existen dos cátedras de dicha materia. De una parte, la cátedra que preside Beatriz von Binderling; de otra, la que preside Jáuregui. La primera fue adjunta del ex titular Leiser Madanes; la segunda, de Mario Caimi. En general, la historia de la filosofía moderna que privilegian ambas cátedras comienza con Montaigne y Bacon, hasta llegar a Kant, pasando por Descartes, Spinoza, Leibniz y Hume. La cátedra de Jáuregui últimamente estructuró su programa en dos partes; 1- textos teóricos; 2- textos prácticos. O sea, se tomaban a tres o cuatro autores y en las clases teóricas se trabajan los textos teóricos de Descartes; y en las clases prácticas, los textos prácticos. En cambio, la cátedra de von Binderling se dedica a hacer un rastrillaje de la metafísica de los autores modernos racionalistas. Ambas se acreditan con exámenes parciales presenciales y el tradicional examen final oral.

      Salvaguardando el rigorismo académico y la excelencia de la formación intelectual de sus súbditos, ambas cátedras se suelen caracterizan por su numerosa población “bochada” en los exámenes finales. Al parecer se trata de una cuestión de responsabilidad con la Formación del espíritu de sus estudiantes en la vida sacrificada del profesional de la filosofía. Nosotros desconfiamos de estos argumentos.



      Gnoseología


      Hasta el momento existe una sola cátedra de Gnoseología, la cátedra de Roberto Walton. El problema (para bien y/o para mal) está dedicado exclusivamente al pensamiento fenomenológico y, en particular, a su inventor Husserl. Las clases teóricas están dictadas por Walton y por la profesora Diana Maffia (adjunta de la cátedra, especialista en estudios de género e ideóloga del instituto Hannah Arent del ARI). Las primeras son temáticas y giran en torno a los conceptos y problemas centrales del pensamiento de Husserl. En cambio, las segundas se dedican a establecer líneas históricas (sea racionalista o empirista) se la fenomenología husserliana y avanza sobre aspectos de la obra de Husserl, que Walton deja de lado (Krisis ,mundo de la vida, etc.). En las clases prácticas se suele leer algunos textos fuentes de la fenomenología y del existencialismo fenomenológico del primer Heidegger. La acreditación consiste en dos exámenes parciales (uno presencial y otro domiciliario) y un examen final obligatorio. Cabe destacar que se trata de uno los exámenes finales más tediosos (de preparar y de rendir) de toda la carrera. La tradición hermeneútica (Schleiermacher, Dilthey, Gadamer, Ricoeur) y diversos aportes de Maffia en torno a algunos problemas de la ciencia, también son parte del programa.



      Filosofía Contemporánea

      Supo estar presidida por el profesor José Sazbón, un especialista y apasionado amante del pensamiento francés. En ese entonces, el programa contemplaba tres tramos teóricos bien delimitados; de hecho, los tres estuvieron a cargo de profesores diferentes. El primer tramo estaba constituido temáticamente por temas referidos a Filosofía de la vida (Simmel, Bergson-Proust, Lukács) y presentados seria y placenteramente por José Sazbón. El segundo, se dedicaba a indagar en problemas de filosofía pragmatista (Pierce, Dewey, Jameson) y presidido por quien hoy es el titular efectivo de la materia: el senador Samuel Cabanchik (ideólogo del Instituto Hanna Arent del ARI, y también del concepto de estudiante como delincuente por definición). El tercero, se dedicaba a la vedette del siglo XX: Martin Heidegger; y a su discípulo atormentado: E. Levinas; ambos autores presentados por la ubicua Alcira Bonilla (que, por supuesto, debido a su ubicuidad y pretensión de omnisciencia, no alcanzaba a desarrollar nada más allá que una somera introducción conceptual al pensamiento de algunos parágrafos de Ser y Tiempo, y alguna que otra anécdota de la relación Heidegger-Levinas). Pero hace unos tres años la situación cambió radicalmente, en sentido alfonsinista. La titularidad pasó a estar en manos de Cabanchik, y como primer decreto suprimió la Filosofía de la vida (que claramente y por varias razones es considerado un elemento subversivo y pensante), e introdujo la Filosofía Existencialista, basada fundamentalmente en Heidegger y Sartre, y a veces espolvoreada con Kierkegaard (un autor sumamente ignorado: seguimos contribuyendo a su desgracia). El Pragmatismo quedó intacto; Heidegger lo mismo.


      Filosofía Política

      Es una materia del ciclo de grado de la carrera. La cátedra única está a cargo del profesor Jorge Dotti. El programa según sus palabras no se modifica. El recorte hecho por la cátedra identifica a la filosofía política con la teorización moderna del Estado hasta la irrupción de las masas en la escena política. Se considera que la reflexión propia de la filosofía política es la reflexión sobre el Estado Moderno. Así quedan excluidos tanto Aristóteles como Marx. Los autores elegidos son cuatro: Hobbes, Locke, Rousseau y Hegel. Los textos son abordados en una dinámica reconstructiva que intenta medir la coherencia interna del mapa conceptual. Carece de historización y se hacen notorias las ausencias, incluso entre los modernos.

      La acreditación se logra mediante la aprobación de dos parciales, por lo general presenciales, luego se entrega una monografía, cuya aprobación habilita a presentarse en la instancia de examen final.


      Ética

      Materia nutrida de un historial de batallas políticas y roscas académicas como pocas. Luego de una histórica pelea por la cátedra paralela un cambio en las relaciones de fuerza expulsó al titular anterior y ahora hay dos cátedras. El programa se interroga por la constitución de los sujetos morales y el surgimiento del campo problemático de la ética. Se plantea como esquema la oposición de dos éticas canónicas que atravesaría toda la historia del debate ético. A la ética aristotélica que se interrogaría por la felicidad, se opone la ética kantiana cuya pregunta giraría entorno al deber. Epicuro, Spinoza, los estoicos y algún utilitarista suelen completar el programa. Es notoria la diferencia entra las problemáticas abordadas los teóricos y los prácticos. En los prácticos el programa se enriquece con autores contemporáneos. Badiou, Agamben, Habermas suelen ser de la partida. Un parcial domiciliario, una monografía y un coloquio garantizan la acreditación.



      Pensamiento Argentino y Latinoamericano

      Esta materia es la única referencia existente a la producción continental de ideas en toda la carrera, y su nombre mismo indica una tendencia muy marcada en la UBA: existe cierto consenso acerca de que no existe una filosofía argentina, o latinoamericana.

      La cursada está dividida estructuralmente en unidades, que son bastante más rígidas que en otras materias. El material de lectura consiste básicamente en la exposición del pensamiento de personajes históricos o corrientes ideológicas, casi exclusivamente rioplatenses, y su contexto. En orden cronológico, la materia empieza con la generación del ’37, centrándose especialmente en Sarmiento y Alberdi. Después se estudia la generación del ´80, con base en textos de Miguel Cané. Luego, se describe el pensamiento positivista local y el ingreso de las ciencias sociales a la Argentina. Se trabaja el modernismo literario: se lee el Ariel de Rodó. Después sigue el ascenso del yrigoyenismo, la revolución rusa y también la reforma universitaria (todo junto así bajo la etiqueta de “la cultura ante la guerra mundial”). Luego se estudia la crisis del ’30, el revisionismo histórico y el nacionalismo: se lee, entre otras cosas, Radiografía de la Pampa de Estrada. Por último, se trabaja el peronismo, y se leen textos de uno de los titulares de cátedra (Altamirano) y su mujer (Beatriz Sarlo), entre otros.

      Nada pasa después de Perón, a quien por otra parte tampoco se llega durante la cursada por falta de tiempo. No existe una cátedra paralela. El régimen de cursada también consiste en dos exámenes presenciales, y un final oral, que continúan la tendencia general de la carrera a la comprobación de lectura (más o menos elaborada).



      Metafísica

      Ídem Problemas de Metafísica (más abajo).



      Orientación Lógica y Epistemología

      Lógica superior:

      Son las mismas cátedras que dan Lógica. En general, se trata teoría de conjuntos y se profundiza en metalógica. Siempre la perspectiva es la lógica como ciencia formal.


      Filosofía del lenguaje:

      La dicta la cátedra de Moretti. La perspectiva, es fregeana – russelliana. Pragmática se ve apenitas hacia el final de la cursada.


      Filosofía especial de la ciencia:

      No hay sorpresas: las cátedras son las mismas que en Filosofía de la Ciencia. En general se toma un tema cada vez que se dicta (por ejemplo, epistemología de la economía, o de la biología, etc.) en el cual se profundiza.


      Historia de la Ciencia:

      También son las cátedras de González y Gaeta. De nuevo no hay sorpresas: se ve física y biología desde una perspectiva bien internalista. De física, la revolución copernicana, que incluye Copérnico, Galileo y Newton fundamentalmente (también se toca Ptolomeo, Kepler y Einstein, claro). De biología se ve la revolución darwiniana: Lamarck, Linneo, Darwin, etc. Además, se tocan secundariamente temas de historiografía de la ciencia y materiales como cartas entre los científicos, y cosas por el estilo. Lo que caracteriza a esta materia es su fuertísimo enfoque internalista.



      Orientación en Filosofía Antigua y Medieval

      Problemas de Filosofía Antigua

      Se trata de un desarrollo más específico y un poco problemático de los temas que se presentan en Historia de Filosofía Antigua.




      Problemas de Filosofía Medieval:

      Ibidem.


      Orientación en Filosofía Moderna

      Problemas de Filosofía Moderna I:

      Profundización temática de problemas de filosofía Moderna




      Problemas de Filosofía Moderna II

      Ibidem.

      ** Dos cursos optativos de la carrera de Filosofía.



      Orientación en Filosofía Práctica

      ¿Qué significa que la filosofía sea “práctica”?, nos preguntamos, suponiendo que, como diría Kant, se trata de un juicio analítico. Pero tenemos una orientación con dicha denominación, que consta de las siguientes materias: Filosofía de la Historia, Filosofía del Derecho, Problemas especiales de Ética y Estética. Dicho esto ya podemos sospechar que la expresión “filosofía práctica” refiere a cierta concepción de la filosofía que se considera como especulativa o teórica, y que luego puede ser aplicable a instancias concretas (“prácticas”) de problemas filosófico-sociales. Bien, a nuestro criterio un contra-sentido, nada desdeñable.


      Filosofía del Derecho

      Dicha materia se comenzó a dictar hace unos años luego de una larga temporada de ausencia. De hecho, quien tenía intenciones de cursarla debía hacerlo en la Facultad de Derecho de la UBA, ya que tal materia en nuestra Facultad dejó de dictarse. La perspectiva de la cátedra, cuyo titular es Andrés Rosler, en general es de corte analítico, entiendo por esto que toda problematización filosófica del derecho se reduce en buena medida a un cuestionamiento de proposiciones. O sea, se tiende a estudiar el derecho como un corpus de proposiciones normativas que, en sí mismas, engendran toda una serie de problemáticas lógico-lingüísticas. Si bien es cierto que una parte del programa tiende a abordar concepciones verdaderamente filosóficas del derecho –Kant, Hegel-, dicha instancia es de una importancia menor respecto de lo mencionado anteriormente. En segundo lugar, se trata de una perspectiva de abordaje de corte anglosajón. “Ya sabemos que el derecho es ideológico; eso lo damos por supuesto y no nos interesa”, respondió en alguna oportunidad el titular de la cátedra ante una insistente intervención de un estudiante. Bien, aquí el derecho se piensa como intrínseco a sí mismo y de un modo técnico o profesional. No existe una problematización filosófica del derecho.


      Problemas especiales de Ética

      El titular de dicha materia es Carlos Cullen y el cargo adjunto es de Alcira Bonilla –ambos actuales protagonistas de la gestión progresista de la Facultad de Filosofía y Letras. El programa de dicha materia, en general, suele versar acerca de la cuestión de la constitución del sujeto moral. Para lo cual se hace una problematización de dicha cuestión a partir de una serie de autores (Sófocles, Platón, Aristóteles, san Agustín, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Sartre, Max Scheler, Habermas, Ricoeur, Levinas, Derrida, Foucault, George Steiner y sus antígonas, María Zambrano, y quizás un poco de filosofía latinoamericanista -Rodolfo Kusch-). En realidad, el programa de la materia suele cambiar, pero se trata, en verdad, de una profundización de lo abordado en la materia de grado Ética, cuya cátedra es la misma.


      Filosofía de la Historia

      El titular de la cátedra de Filosofía de la Historia es Daniel Brauer, supuesto especialista en Hegel. Aquí la situación es un poquito más compleja. El programa está partido en dos formas de abordaje: una problematización de la historia en términos de filosofía analítica -¿cómo deben construirse los enunciados científicos acerca de la Historia? (von Wright, K. Popper, Hempel, A. Danto y otros)- y otra de corte continental o clásica y hermenéutica (Herder, Kant, Hegel, Dilthey, Nietzsche, Ricouer, Foucault). Sorprendentemente, parte de la cursada se dedica eventualmente a trabajar el tema de la construcción de la memoria, ya sea desde la experiencia del Holocausto o del golpe militar del ´76 en Argentina. Sobre esto es deseo de la cátedra que se realicen trabajos de exposición por parte de los estudiantes para que sean discutidos en las respectivas clases prácticas (Todorov, Hugo Vezzeti).


      Estética

      El titular formal de la cátedra de Estética es Mario Presas y su adjunto es Ricardo Ibarlucía, que es el que de hecho dicta la materia. El enfoque de la materia es de corte germanista. Se trata de un recorrido histórico por los principales pensadores de los conceptos de la estética filosófica tradicional y sus respectivos problemas (lo bello, la obra de arte, arte y sociedad, etc.) El recorrido: los poetas trágicos griegos, Platón, Aristóteles, lo medieval no existe salvo U. Eco y su libro sobre la estética medieval, Baumgarten, Kant, Hume y la tradición moderna inglesa, Hegel, los románticos de Jena, Nietzsche, Heidegger, Adorno, Benjamin, Brecht, Ricoeur, Paul Celan, Paul Valery. El programa que se presenta, por lo general, nunca se cumple. Se trata de un programa sumamente pretencioso y elegante en relación no tanto a los tiempos institucionales de la cursada, sino a la forma de trabajarlo. La acreditación consiste en dos exámenes parciales domiciliarios y la defensa de un escrito monográfico como instancia final de examen. Cabe aclarar que se trata de una materia de estética filosófica, y no de filosofía del arte con todo lo que ello implica: o sea, no se piensa a la pintura, a la música, a la fotografía, al cine, a la escultura, a la arquitectura, a la literatura –una carencia para los amates del arte que están un poco fatigados en pensar la Idea del Arte-.



      Orientación Metafísica y Gnoseología


      Consta de Problemas Especiales de Metafísica, Problemas Especiales de Gnoseología, Antropología Filosófica, Filosofía del Lenguaje.


      Problemas Especiales de Metafísica

      No es menos reproductiva que otras cátedras y está compuesta por el Profesor Brauer en la titularidad y la Profesora Cragnolini como adjunta. Como en el caso de Filosofía de la Historia, Brauer expone la tradición, esto es, Descartes, Locke, Hume, Kant, Hegel y para la parte contemporánea, simplemente Ricouer. Por su parte la profesora Cragnolini da Nietzsche, una interpretación nietzscheana de la dialéctica trascendental kantiana y Derrida, y eventualmente algunos avances sobre el pensamiento de Levinas y Blanchot.

      A la distancia sin diálogo que hay entre los enfoques se le suma que la cátedra tiene como profesores de prácticos a mitad nietzscheanos y mitad analíticos, esto produce cierta esquizofrenia a la hora de la evidente reproducción de conocimientos en la instancia de exámenes, uno tiene que estar pensando qué era lo que debía decir Descartes según un analítico y lo que debía decir según un nietzscheano dependiendo quien evalúe.


      Antropología Filosófica

      Tampoco es menos reproductiva, aunque haya cierta liberalidad para las monografías finales y la elección de los temas. La titular de la cátedra es Alcira Bonilla. El programa gira alrededor de la posibilidad de la naturaleza humana. Los textos son los clásicos en la temática: Aristóteles, Pico della Mirandola, Descartes, Hume, Kant, Locke, Feuerbach, Marx, Martin Buber, Marcuse, Horkheimer, Foucault, Habermas, Ricoeur, etc. Y para el enfoque contemporáneo tenemos algunos debates de bioética -Sontag (La enfermedad y sus metáforas) P. Singer (Repensar la vida y la muerte)- y feminismo.


      Problemas especiales de Gnoseología:

      Se trata de una profundización a través de un eje de análisis determinado (concepto de tiempo, conciencia trascendental, etc.) de los temas trabajados en Gnoseología.


      Filosofía del lenguaje:

      Ver Orientación Lógica y Epistemología.


      Los 400 Golpes


      Prácticas sociales y filosofía. Una relación im pensable*

      sábado, 11 de octubre de 2008

      Resistencia, UNNE, Ananga Ranga Taller, 2007, 206 páginas.


      Durante el Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Filosofía (ver Amartillazos, núm. 1, pp. 102-13), los relatos de las experiencias que vivimos en cada región del país dejaron ver una serie de problemas comunes y otra de problemas propios. De aquellos problemas comunes destacamos para esta reseña que la producción escrita entre los estudiantes de filosofía del país es nula o casi nula, al margen de las monografías y otras instancias curriculares. De los problemas propios de cada región, subrayamos que la carrera de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), con sede en Resistencia, Chaco, es una de las más castigadas no sólo por las condiciones históricas y estructurales de la provincia. Por mencionar tres hechos que ilustran las condiciones en las que estos compañeros trabajan: (i) la biblioteca de su carrera no presta libros a domicilio a los estudiantes (éstos respondieron creando una biblioteca propia con fotocopias); (ii) los estudiantes no tienen representación en el Departamento (aclaremos: no es que no tienen representantes políticamente afines, es que no existe la figura institucional del representante estudiantil); y (iii) dentro del predio universitario hay una sucursal del banco Patagonia, con cuya «tarjeta universitaria» los estudiantes sí pueden sacar libros a domicilio (¡y hasta pueden quedárselos durante más tiempo que el reglamentado!). Estos y otros problemas integran el arsenal de bondades que trajo la Ley de Educación Superior (LES), aplicada en todas las universidades nacionales durante la década del '90 (excepto en la UN de Comahue y en la UBA).

      No obstante, la carrera de Filosofía de la UNNE mostró en aquel encuentro nacional que es también una de las más interesantes en términos de producción de actividades y de saberes. Hasta ahora, es la única carrera en la que sus estudiantes organizan, desde el año 2000, jornadas anuales de estudiantes de filosofía. Estas jornadas suelen ser la oportunidad no sólo para que estudiantes de filosofía del país socialicen trabajos escritos, sino especialmente para que diversos movimientos sociales socialicen sus experiencias de lucha, convirtiendo así a estas jornadas en uno de los pocos lugares donde el ghetto de la filosofía académica se abre al encuentro cara a cara con asambleístas, piqueteros, desocupados y pueblos originarios. Hasta el momento del encuentro,1 era la única carrera en la que sus estudiantes sostenían una publicación periódica e independiente, la revista Dibujarnosdenuevo, que nació en agosto de 2004 y que lleva casi veinte números publicados. Y, hasta ahora, es la única carrera en la que sus estudiantes escribieron, diagramaron, editaron y publicaron un libro, que aquí reseñamos: Prácticas sociales y filosofía. Una relación im pensable (PSyF). Todo esto puede hallarse en la página www.freewebs.com/dibujarnosdenuevo, así que pasemos de una buena vez al libro en cuestión.

      PSyF tiene más de doscientas páginas y está compuesto por catorce artículos agrupados en cuatro secciones: «I. Cuestiones sociales: sobre trabajo, exclusión, participación y otras yerbas (autóctonas)»; «II. Sobre memoria y dictadura»; «III. Prácticas docentes como intervención en el mundo»; y «IV. Principios para pensar-nos». Algunos artículos son inéditos, otros son desarrollos de artículos publicados en la revista Dibujarnosdenuevo o reformulaciones de trabajos leídos en las jornadas anuales que mencionamos. No abordaremos aquí cada artículo en detalle, mitad porque nos ganaríamos el rechazo del resto del colectivo de Amartillazos y mitad porque sería duplicar en vano el libro que estamos reseñando. Preferimos, en cambio, destacar algunos problemas que nos suscitó la lectura de PSyF y algunas respuestas que nos presenta su escritura.

      Comencemos por las respuestas. En primer lugar, destaquemos una enseñanza para períodos históricos desalentadores (sean semanas o milenios): los compañeros de la UNNE sostienen un espacio de producción filosófica allí donde las condiciones materiales de existencia parecerían impedirlo. Dicho de otro modo, los compañeros muestran que siempre hay un margen, por mínimo que sea, para producir una alteración de las relaciones sociales establecidas o, para usar cierto vocabulario en boga, toda situación está atravesada por líneas de fuga a seguir.

      En segundo lugar, esos mismos compañeros escapan de su lugar asignado en la estructura académica, activan un rol que no les pertenece según prescribe la distribución jerárquica de tareas propia de la universidad. Esto es, abandonan la figura del estudiante al mismo tiempo que abandonan la forma de producción que les correspondería por claustro: dejan de ser meros consumidores de saber al tiempo en que se erigen productores. Los estudiantes, al escribir un libro (y también al publicar una revista u organizar unas jornadas de reflexión y debate), se apropian de la actividad que parecía exclusiva de la figura del profesor (o del graduado): no esperan que «Barbazul» salga de viaje para acceder a las habitaciones prohibidas, le quitan la llave ante sus ojos (cf. pp. 139-48). Apropiarse del saber, pero más aun apropiarse de la producción del saber, constituye un acto político de enorme importancia (condición necesaria, pero no suficiente, para la apropiación social de los medios de producción). Quizás el mayor logro de PSyF se encuentra en esa doble apropiación: apropiación de tradiciones filosóficas y apropiación de la producción filosófica con y contra esas tradiciones.

      Pasemos ahora a los problemas (que acaso sean un mismo problema). PSyF afirma que si la producción de saber se encuentra dividida y jerarquizada y que si, correlativamente, la academia produce una clausura que reduce sus efectos en la sociedad (sociedad a la que pertenece y en alguna medida avala), entonces la tarea de la filosofía consiste en pensar esa sociedad y las relaciones y prácticas que la componen. Pero, agregamos nosotros, pensar la sociedad ha sido siempre uno de los temas centrales en la filosofía y, claro está, ha tenido efectos completamente disímiles (La ciudad de Dios y La genealogía de la moral, p. e.). Entonces, nos preguntamos, ¿cuál sería esa relación que es necesario pensar porque se hallaría «im-pensada»2?

      Los compañeros parecen advertir los peligros de esta perspectiva aparentemente crítica, el mayor de los cuales consiste, quizá, en remplazar el pensamiento acerca de lo posible por la reflexión acerca de lo dado, el aislacionismo académico por una mera reacción frente a la realidad. Sin embargo, notamos una constante recaída a lo largo de los artículos en este escollo que leemos cifrado en el título mismo del libro: el «y» que conjuga las «prácticas sociales» con la «filosofía» separa más de lo que articula. O, digamos, ¿no es la filosofía una «práctica social»? La pregunta puede sonar fútil, pero si lo que aparece como impensado son las producciones «filosóficas» que propician prácticas sociales concretas, prácticas sociales habitadas por los mismos filósofos, no vemos que sea necesario «acercar las reflexiones a los fenómenos y procesos sociales» (p. 11). Es más, ni siquiera vemos que sea necesaria la filosofía para «reflexionar» sobre lo que fuere, pero dejaremos este asunto para otro momento. Lo que nos interesa remarcar aquí es que esos procesos y aquellas prácticas no son unívocos, no aceptan una única respuesta, un dictamen de lo que son, sino que en cambio incitan al pensamiento, al pensamiento desde las prácticas –tal como, más de una vez, aclaran los compañeros–, y no desde la privacidad cubicular de los departamentos de filosofía de cualquier facultad. Este es el inconveniente en el que se puede caer cuando nos conducimos hacia las prácticas: creer que éstas son claras de por sí, supuesto con el cual se va directo a las prácticas esperando que revelen un sentido auto-evidente (cuando no se espera que revelen el sentido). La teoría se encontraría, de este modo, siempre a la zaga de las prácticas, esperándolas, limitando el accionar teórico a una simple reacción pasiva que sólo la práctica activaría.

      Dicho de manera concreta, leemos en PSyF una marcada tendencia a identificar: (i) la filosofía con la filosofía académica (p. 15; p. 166 y ss.), (ii) el trabajo con el trabajo asalariado (pp. 20-3) y la educación (si entendemos por educación la socialización del conocimiento) con la educación formal (p. 162). Consideramos que aquí radica el mayor escollo para el pensamiento: aplastar el carácter universal y genérico de la producción (la filosofía, el trabajo o la educación) bajo el peso de sus manifestaciones históricas y específicas (la academia argentina en el siglo XXI, el trabajo en condiciones capitalistas o la educación formal y estatal). Es decir, PSyF nos presenta una operación de identificación de las condiciones estructurales de la producción (de conceptos, de mundo, de subjetividad) con sus condiciones coyunturales de distribución y apropiación (la academia, el capitalismo, el estado). Si lo coyuntural son las formaciones definidas, históricas, hechas de estratos, pensar es alcanzar una materia no estratificada, entre las capas o los estratos, en los intersticios. «Pensar [...] sería volver indefinido el acontecimiento para que se repita como el singular universal»3. Por decirlo en términos nietzscheanos, pensar es lo intempestivo: pensar el pasado contra el presente en favor del futuro. Por eso afirmamos que aquello es un escollo para el pensamiento: según nuestra lectura, esas identificaciones impiden la plasmación, en el plano de la teoría, de alternativas al orden establecido, mientras que, en el plano de la práctica, esas alternativas están presentes, hay líneas de fuga a seguir, en cuanto referimos que hacen los compañeros de la UNNE. Queremos decir, entonces, que si los compañeros de PSyF han construido alternativas al modo de producción académico es porque otro tipo de trabajo, otra forma de hacer filosofía y otros modos de instituir educación son posibles. Quizá lo que haga falta sea la apropiación de esa des-estratificación desde la teoría. Esa podría ser la relación impensada, la manera en que PSyF, como práctica, no sea ni filosofía académica, ni trabajo asalariado, ni educación estatal.



      Emilio Guzmán

      Mariano Repossi



      * En revista Amartillazos, año ii, número 2, Buenos Aires, invierno 2008, pp. 134-8.
      1 Ocho meses después de ese encuentro apareció la revista Amartillazos
      2 El adjetivo «impensable» denota una propiedad permanente mientras que el participio «impensada» denota una propiedad transitoria. Si el pensamiento es un plano indeterminado del cual cada conciencia determinada no es más que un punto, entonces hay, en lo infinito del pensamiento y para cada conciencia finita, lo inconcebido, lo impensado, lo incomprendido. Pero no hay nada que sea, en tanto que tal y para toda conciencia, inconcebible, impensable e incomprensible. (Se nos podría objetar que aquél adjetivo que aparece en el subtítulo del libro tiene el prefijo de negación tachado, lo cual induciría a leer que «im pensable» significa, sin más, «pensable». Si así fuera, no tendríamos más remedio que recurrir a la pregunta de un compañero de Amartillazos: ¿por qué hay tachadura y no, más bien, nada? Otro gallo cantaría si la tachadura (tan derridiana, tan deconstructiva, tan posmodernamente sugerente) estuviera indicando esa relación –no ambivalente, sí ambigua; no indecible, sí indecidible– que mantienen el término pensable y su diferencia. Si así fuera, que Hegel nos libre y nos guarde.)
      3 Foucault, M., Theathrum philosophicum, trad. Francisco Monge, Barcelona, Anagrama, 1995, p. 23.


      Después de Rosario II

      Diciembre, 2, 2005
      Cecilia:

      Desde hace mucho tiempo organizamos encuentros por fuera de la facultad. En principio hicimos los famosos (en mar del plata) coloquios. En ellos se elegía un tema o, mejor aún, un filósofo y cualquiera (tanto estudiante como profesor) exponía sobre ese tema. Una de las características principales de los coloquios era una gran ronda que se formaba en la cual tanto expositores como publico estaban en esa misma ronda sentados en sillas de igual tamaño. Las discusiones se daban de una forma más pareja, es decir, no jerarquizadas.

      Desde marzo de este año organizamos un Curso de Pensamento Contemporáneo que fue ideado como una especie de cátedra paralela ya que en nuestra carrera Contemporánea tiene una línea analítica y pragmática. Como a muchos de nosotros nos interesa conocer más temas y filósofos contemporáneos convocamos a docentes y graduados a exponer trabajos. El resultado fue muy positivo ya que no sólo tuvimos expositores del ámbito de la filosofía sino también un psicoanalista, un historiador, una licenciada en letras, etc. Eso dio mucha apertura a los debates y mucha riqueza al curso. El año que viene estamos pensando hacer un curso sobre Renacimiento y siglo XIX que tampoco se ve en la carrera.

      Con respecto sobre algún aporte sobre una filosofía más aplicada a lo social yo puedo recomendar un trabajo de Arturo Roig que expuso en las V Jornadas Nacionales Agora Philosophica llamado “Democracia participativa, dignidad y utopía”. Calculo que todavía esta ponencia no fue publicada. En cuanto la tenga en mis manos te la envío solo como sugerencia, quizás pueda serte útil. Esta ponencia fue muy significativa para algunos estudiantes que la escuchamos ya que defiende la democracia participativa que nosotros defendemos funcionando como asamblea. Pero lo más importante fue que Roig habló de una experiencia personal que vivió en Venezuela donde el congreso en el que estaban participando filósofos de todo el mundo Chavez no los dejó exponer sus trabajos sino que los hizo salir a la calle a charlar con gente del pueblo. Las conclusiones del Congreso fueron excelentes, los filósofos europeos, que al principio estaban muy ofuscados por no poder leer sus trabajos, querían implementar este modalidad en sus congresos. En ese mismo momento, en el que Roig exponía estas ideas, nosotros estábamos tomando el rectorado (repartiéndonos el tiempo entre la toma y el congreso) y los pescadores estaban en la esquina misma del congreso manifestándose; de eso no se habló en el congreso. Por eso mismo creo que nuestro encuentro tiene que incorporar este aspecto de lo social dentro de sus tareas, es decir un contacto directo, práctico y a su vez reflexivo de lo social.

      Saludos,
      Paula (asamblea de estudiantes de filosofía -Mar Del Plata-)

      Declaración de la Asamblea Nacional de Filosofía

      Resistencia - Septiembre de 2008


      1.
      Desde el año 2001, estudiantes de filosofía de distintas universidades del país, reunidos/as en el marco de sucesivos congresos de AFRA (Asociación Filosófica de la República Argentina), participamos en instancias paralelas a esos congresos a fin de construir un espacio alternativo para tratar problemas comunes a la especificidad de nuestra formación. Los congresos de AFRA fueron, pues, el contexto en el cual realizamos asambleas, foros de mails y otras instancias de socialización de experiencias.

      Durante el Congreso de AFRA de 2005, realizado en la ciudad de Rosario, acordamos en asamblea de estudiantes convocar a un encuentro nacional. La sede elegida para el Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Filosofía fue la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. En este encuentro nació la Asamblea Nacional de Estudiantes de Filosofía (ANEF) y en este marco decidimos asistir al Congreso de AFRA de 2007, en San Miguel de Tucumán, para difundir las propuestas y actividades de la ANEF, además de decidir en Tucumán la sede del segundo encuentro a realizarse en 2008. El criterio de selección de sede de la ANEF fue desde entonces un criterio político: reunir la ANEF en aquellas unidades académicas que se hallaran en abierto conflicto. Según este criterio, la ANEF se reuniría en 2008 en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), ciudad de Resistencia.



      2.
      El contexto de emergencia de nuestra Asamblea Nacional merece una caracterización. Los congresos de AFRA sintetizan todo lo que no queremos que sea la práctica filosófica. AFRA es expresión cabal del modo hegemónico de hacer filosofía cotidianamente a lo largo y a lo ancho del país. Este modo hegemónico de producción filosófica se caracteriza, fundamentalmente, por lo siguiente:



      • La estructura de Cátedra (Titular, Adjunto, JTP, Ayudante de Primera, Ayudante de Segunda, Adscripto) como modelo de organización para producir conocimiento: modelo piramidal, jerárquico, feudal, sujeto a la arbitrariedad de una persona (el Profesor Titular) que tiene poder para decidir por todos y todas.

      • La división por Claustro (Profesores, Graduados, Alumnos) como doble modelo de separación y de subordinación: separación de los productores de conocimiento de sus productos, subordinación de los miembros de un claustro (la enorme mayoría de estudiantes) a otro (la ínfima minoría de profesores). La fórmula es sencilla: a mayor saber acreditado en el currículum, mayor poder de decisión sobre los aspectos fundamentales de la “carrera académica”: nombramientos, rentas, concursos, investigaciones, becas, posgrados, publicaciones en todos los niveles, etc.

      • El voto calificado como modelo de “democracia”: modelo elitista, aristocratizante, clerical, en el que el voto de un Profesor “vale más” que el de un Graduado/a y “muchísimo más” que el de un/a Estudiante, desconociendo el imaginario liberal moderno de la política burguesa, expresado en la ecuación un ser humano = un voto.

      • La meritocracia o “currículocracia” como fundamento del gobierno académico: la desigualdad política entre los claustros se basa en la diferencia de líneas acumuladas en el currículum. El escalafón académico descansa sobre el hecho de que el saber acumulado y acreditado se traduce proporcionalmente en poder de decisión instituido. Dicho de otro modo: la diferencia de grado en el plano del conocimiento se convierte en diferencia de naturaleza en el plano de la política.

      • La especialización estupidizante como modelo de investigación: la autorreferencialidad académica como condición de autolegitimación; la olvidable masa de papers como justificación de becas y subsidios (estatales o privados); el encadenamiento a una diminuta parcela de saber como destino del investigador; la incapacidad para pensar el todo social como resultado político.

      • El ocultamiento de la dimensión política de la producción de conocimiento como condición de autolegitimación académica: la organización de la producción de conocimiento instituye una cierta organización del gobierno político de la academia; sin embargo, el conocimiento aparece como neutral y aséptico, ajeno a su intrínseca politicidad. Este ocultar o no asumir (según el grado de cinismo o alienación) la dimensión política de la producción de conocimiento impone que cualquier malestar o cualquier intento de participación en las decisiones sean canalizados por los medios burocráticos establecidos: sea el procedimiento del voto, sea la redacción de cartas dirigidas a algún órgano administrativo, sea la apertura de expedientes… Es decir, queda neutralizado de antemano todo intento de transformación –en sentido emancipatorio– de las condiciones académicas vigentes.

      • La tercerización y privatización de los procesos y resultados de la producción de conocimiento como doble modelo de separación y de reunión academia/sociedad: separación de la academia con respecto al resto de la sociedad, como si la academia fuese una institución separada del conjunto de las relaciones sociales capitalistas cuando, muy por el contrario, se inserta en ellas y cumple unas funciones específicas en su reproducción. Operada esa separación, la academia es reunido con el resto de la sociedad bajo una relación que identifica al todo social ora con el Mercado, ora con el Estado, ora con ambos, reduciendo así el todo social a uno o dos de sus aspectos.



      En suma, y como no puede ser de otro modo, la Asamblea de AFRA conjuga una forma feudal-clerical de organización con un contenido que conserva y reproduce las relaciones sociales capitalistas. En otras palabras, la Asamblea de AFRA conjuga formas pre-modernas de mando y obediencia con contenidos muy modernos de explotación y acumulación (material y simbólica). Es así que sólo participa de la Asamblea de AFRA una elite económica y curricular que se arroga la representación de la totalidad de los/as que hacemos filosofía en Argentina, estableciendo así que las decisiones que determinan qué y cómo debe hacerse filosofía en Argentina, es decir, que las decisiones que nos afectan a todos/as, sean tomadas por una ínfima porción del conjunto.



      3.
      Muy por el contrario, para nosotros y nosotras la práctica asamblearia consiste en otra cosa. En primer lugar, supone la participación irrestricta y la igualdad política entre integrantes de la asamblea. En segundo lugar, la práctica asamblearia no es representativa: la asamblea es el conjunto de quienes están presentes en esa instancia. En tercer lugar, no hay que confundir el ejercicio de la democracia con el procedimiento de la votación: elegimos la consistencia del consenso antes que la eficacia del voto, la democracia como práctica constante antes que como trámite esporádico. Esto en cuanto al término “asamblea”, primera sigla y primera determinación de la ANEF.

      En cuanto a la determinación “estudiantes”, declaramos que en el encuentro que nuestra asamblea realizó durante los días 26 y 27 de septiembre de 2008 en Resistencia, decidimos suprimirla a favor de abolir la distinción por claustro en el nombre que adoptamos. De este modo, la ANEF se autodenominó Asamblea Nacional de Filosofía (ANF).

      Y en cuanto a las otras dos determinaciones, “nacional” y “filosofía”, declaramos que si bien remiten a cierta especificidad relativa al espacio institucional de encuentro de quienes hacemos la ANF, ese punto de partida no nos exime de pensar y desarrollar concretamente las tendencias universalizables que implican nuestras prácticas militantes.

      4.
      A partir de la práctica asamblearia tal como la entendemos y la realizamos, y a partir de las prácticas locales que componen nuestra militancia a lo largo y a lo ancho del país, extraemos una serie de acuerdos políticos e ideológicos que determinan el posicionamiento de la ANF. Estos acuerdos son los siguientes:

      • Estamos en contra de las relaciones sociales de explotación y de dominación en todas sus formas, pasadas, presentes y por venir.

      • Estamos en contra de las relaciones jerárquicas que colocan, por citar solamente dos ejemplos, a la ciudad de Buenos Aires como el centro hegemónico que dictamina los lineamientos de la producción filosófica argentina y al continente europeo como el lugar de paso obligado previo a todo intento de producción filosófica.

      • Estamos en contra del saqueo en todas sus formas y, fundamentalmente, estamos en contra del supuesto político que legitima todo saqueo: la apropiación particular de la producción común, social, colectiva (léase “privatización”) y de los medios necesarios para esa producción.

      • Estamos en contra de la tradición oficial de la filosofía que coloca como modelo de filósofo al varón, adulto, heterosexual, europeo, blanco, propietario y cristiano.



      5.
      Sobre las bases de lo precedente, convocamos a los filósofos del país, sin distinción de claustro, sin importar la pertenencia institucional (terciaria, universitaria u otra), a participar del tercer encuentro de la Asamblea Nacional de Filosofía, que se llevará a cabo en la sede de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Mar del Plata, durante el año 2009, en fecha que será anunciada oportunamente.


      Asamblea Nacional de Filosofía,
      Resistencia, septiembre de 2008.

      Asamblea Nacional de Estudiantes de Filosofía - Documento de Fundación

      La Plata, 21 de Agosto de 2006.


      En el congreso de la Asociación Filosófica de la República Argentina (A.F.R.A.) de Salta del año 2001, un grupo de compañeros estudiantes de la carrera de filosofía de distintas provincias advirtieron una falta de integración con la comunidad intelectual que organizaba dicho congreso. Comenzaron a plantear desde distintas experiencias la necesidad de vincular la filosofía con aquellas problemáticas que se vivían en los determinados lugares. De esa puesta en común surgió la necesidad de generar un espacio en donde confluyeran estas experiencias de modo de acortar distancias y reforzar los lazos, coordinando proyectos, luchas, reivindicaciones, etc.

      Luego del congreso la crisis social estallo en todo el país en su mayor expresión en lo que se llamo posteriormente “El Argentinazo”del 19 y 20 de diciembre de 2001. Allí se vieron rebasadas las capacidades institucionales. Crujió la estructura política en todos sus niveles y los argentinos comenzaron a participar activamente en las distintas prácticas políticas interactuando con los otros frente al vacío institucional que había generado dicha crisis. A partir de allí la modalidad de Asamblea se convirtió en una práctica común en las escuelas, los barrios, las fábricas, las universidades, etc.

      Pasaron dos años y nos volvimos a encontrar en el congreso A.F.R.A. de la Universidad Nacional del Comahue donde ya habíamos crecido en número los que estábamos interesados en unirnos a este proyecto. Desde allí se planteo la urgente necesidad de realizar un Encuentro de Estudiantes de Filosofía en donde establecer relaciones mas horizontales, con mayor protagonismo estudiantil, es decir, sin la necesidad de manejarnos bajo una lógica que corre detrás de las acreditaciones, puntos, arreglo de concursos, en fin, practicas que hacen que se pierda la relación de la Academia con la realidad mas próxima. Mientras nosotros estábamos encerrados discutiendo y argumentando sobre cuestiones concernientes a nuestra realidad como seres sociales, afuera se desarrollaba toda una serie de conflictos que expresaban las injusticias propias del capitalismo, el que a su vez nos intenta llevar a la lógica de la moral exitista que considera al conocimiento como una mercancía que hay que ofrecer a la venta. Frente a esto nosotros planteamos la socialización del saber como condición de posibilidad de una sociedad justa. En ese marco pudimos avanzar en la resolución de cartas de apoyo a los obreros de Zanon y en solidaridad con grupos indígenas. Y comenzamos a proyectar un encuentro de Estudiantes para el año 2004.

      En el año 2005 se realizo el congreso de A.F.R.A. en la ciudad de Rosario en donde convocamos a asambleas generales de estudiantes y donde se llego a definir la sede del 1er Encuentro de Estudiantes de Filosofía. Viendo claramente las limitaciones que teníamos para participar en el marco de esa organización, planteamos utilizar ese espacio como medio de convocatoria a fin de crear uno nuevo que contemplara los intereses y experiencias de todos, tanto las comunes como aquellas que nos diferencian. Así surgió la iniciativa de realizar el Encuentro en Agosto de 2006 en la ciudad de La Plata.

      Finalmente se llevo a cabo el tan ansiado encuentro con la participación de aproximadamente cien compañeros de las Universidades de San Juan, Nordeste, Mar del Plata, La Plata, Rosario y la U.B.A. Se realizaron seis comisiones:1) Puesta en común de las distintas experiencias de cada grupo,2) Presentación de proyecto,3)Filosofía y sociedad,4)Ley de Educación Superior,5)ponencias y 6)Organización Nacional.

      Después de un largo plenario de discusión se constituyo la ASAMBLEA NACIONAL DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA, la cual se planteo que funcione como herramienta de coordinación de proyectos y luchas. Se definió que nos encontraríamos una vez por año. El próximo año en el congreso de A.F.R.A., en donde realizaríamos una Asamblea de convocatoria para todos los estudiantes, y al año siguiente un Encuentro de Estudiantes de Filosofía en donde volveríamos a discutir los temas que se plantearon e integraríamos nuevos. Con respecto a la toma de decisiones se resolvió priorizar la coordinación y organización, apelando al consenso en todas sus formas. Se estableció que el único órgano resolutivo y soberano es la Asamblea Nacional de Estudiantes de Filosofía y que habría una mesa coordinadora como órgano ejecutivo abierta a los distintos grupos que quieran participar una comisión organizadora que estará a cargo de los anfitriones de cada encuentro.